Antes de presentar la
asignatura, la clase tenía que adoptar un aire filosófico. Para ello, se
colocaron varios “pósters” relacionados con lo que vamos a estudiar este año: Platón,
Kant, Nietzsche, Rawls y Sócrates – aunque representado con un tábano -. Incluso
tenemos La Academia de Atenas, del
mismísimo Rafael, a tiro de Marx y Nietzsche en la piel de John Travolta y
Samuel L. Jackson en Pulp Fiction. El
fin de tenerlos a nuestro alrededor no es otro que el de la compañía de
aquellos a quienes vamos a tener que estudiar durante esta nueva aventura, o
quizá reto, llamado Historia de la Filosofía. Por último, pero no menos importante, contamos con esto:
Empezamos, cómo no, tratando la independencia
de Cataluña. Ya el primer día, llegamos al principal debate filosófico que este
tema alberga: ¿qué puede más, la democracia plebiscitaria, o el Estado de Derecho en el que se lleva a cabo la democracia constitucional? La misma
pregunta aflora al comparar a Jefferson y su Declaración de Independencia con Lincoln y su pensamiento de
unidad. Es por ello que los catalanistas tienen como ejemplo a seguir al
primero, habiendo, sin embargo, como ya plasmaban en Los
Simpson, ciertas similitudes entre ellos.
No obstante, habitualmente, es el
Estado de Derecho lo que arrolla a la democracia plebiscitaria y es este el
motivo de la mayoría de debates. Como ya vimos en el programa de la BBC Hard talk, le recordaron a Romeva que lo
que pretendía hacer no era legal, a lo que este añadió que ya tenía conocimiento de ello. Sin
embargo, defiende la democracia y, para él y su partido, esta es más importante
que la ley. Por otro lado, el pensamiento independentista catalán tiene ahora
otro “enemigo” más. A pesar del error de la traductora en su entrevista con Felipe VI, Obama afirmó claramente que estaba a favor de una España fuerte y
unida, posicionándose con ese último adjetivo en contra del catalanismo.
Al mismo tiempo, la independencia de Cataluña
nos ha servido como principio para llegar a otros asuntos, como por ejemplo el
de la identidad. Esta, obviamente, tiene diferentes significados dependiendo
del pensamiento que se tenga. Por ejemplo, para conocer a alguien, un liberal
preguntaría el nombre. Sin embargo, un nacionalista querría conocer de dónde es
y un marxista a qué clase social pertenece cuando, al fin y al cabo, los tres
pretenden saber quién es.
Centrándonos ahora en el temario
de este curso, las tareas comenzaron a final de verano: comprar el libro sobre
Platón de la colección Aprender a pensar. Este nos servirá como guía para estudiar
su filosofía. Para familiarizarnos con los términos utilizados,
tuvimos que sacar del índice los nombres propios, las obras de Platón y los
conceptos empleados, ya fueran en español o en griego.
Una vez hecho eso, teníamos que
adentrarnos en la materia, es decir, en el mundo griego. Había que intentar
comprender por qué ellos precisamente fueron quienes llevaron a cabo tal
pensamiento crítico. Es por eso que vimos las condiciones llevadas a cabo. En
primer lugar, el pueblo griego no tenía libro sagrado que, a fin de cuentas,
censura muchos de los aspectos sobre los que se puede tener opinión. En su
lugar, ellos contaban con la Ilíada y la Odisea de Homero o la Teogonía de Hesiodo, todos ellos libros profanos. La diferencia
que esto aporta no es sino la posibilidad de discusión con los autores,
mientras que un libro sagrado, escrito por Dios, es indiscutible. En segundo
lugar, el factor comercial fue clave en el desarrollo pues se da un gran
intercambio de ideas y un plurilingüismo necesario que, a su vez, da lugar a
una mayor culturización. Por último, la organización política fue algo clave. Bien si
Grecia estaba organizada en polis con una autonomía propia, todas ellas tenían
un rasgo cultural común que provocaba un sentimiento de unidad, la lengua
griega. Gracias pues a estos tres principios, se llevó a cabo una explosión de
pensamiento.
Los griegos contaban con un
espíritu de conquista del pensamiento
que les llevaba a hacerse preguntas que debían ser contestadas racionalmente,
ya fuera por medio de la curiosidad, el aburrimiento o la angustia. Estas
preguntas pueden dividirse en dos tipos, las relacionadas con el mundo físico y
las de sociedad. En las primeras se encuentran los filósofos “presocrácticos”, teniendo como cuestiones esenciales la composición y la estructura del mundo.
Para hablar sobre qué está hecho el mundo, hemos formado una selección de
fútbol de filósofos que formaban sus hipótesis sobre este asunto. Bajo la portería encontramos a Tales; en la defensa, Pitágoras, Heráclito, Anaxímenes y Anaximandro; cubriendo el centro del campo, Anaxágoras, Demócrito y Parménides; y en la punta, Meliso, Leucipo y Sócrates - que revolucionará y cambiará el asunto a cuestionar-.