domingo, 27 de septiembre de 2015

¡A la aventura! (Eva Rodríguez, 2º Bach C)

Antes de presentar la asignatura, la clase tenía que adoptar un aire filosófico. Para ello, se colocaron varios “pósters” relacionados con lo que vamos a estudiar este año: Platón, Kant, Nietzsche, Rawls y Sócrates – aunque representado con un tábano -. Incluso tenemos La Academia de Atenas, del mismísimo Rafael, a tiro de Marx y Nietzsche en la piel de John Travolta y Samuel L. Jackson en Pulp Fiction.  El fin de tenerlos a nuestro alrededor no es otro que el de la compañía de aquellos a quienes vamos a tener que estudiar durante esta nueva aventura, o quizá reto, llamado Historia de la Filosofía.  Por último, pero no menos importante, contamos con esto:



Empezamos, cómo no, tratando la independencia de Cataluña. Ya el primer día, llegamos al principal debate filosófico que este tema alberga: ¿qué puede más, la democracia plebiscitaria, o el Estado de Derecho en el que se lleva a cabo la democracia constitucional? La misma pregunta aflora al comparar a Jefferson y su Declaración de Independencia  con Lincoln y su pensamiento de unidad. Es por ello que los catalanistas tienen como ejemplo a seguir al primero, habiendo, sin embargo, como ya plasmaban en Los Simpson, ciertas similitudes entre ellos.


No obstante, habitualmente, es el Estado de Derecho lo que arrolla a la democracia plebiscitaria y es este el motivo de la mayoría de debates. Como ya vimos en el programa de la BBC Hard talk, le recordaron a Romeva que lo que pretendía hacer no era legal, a lo que este  añadió que ya tenía conocimiento de ello. Sin embargo, defiende la democracia y, para él y su partido, esta es más importante que la ley. Por otro lado, el pensamiento independentista catalán tiene ahora otro “enemigo” más. A pesar del error de la traductora en su entrevista con Felipe VI, Obama afirmó claramente que estaba a favor de una España fuerte y unida, posicionándose con ese último adjetivo en contra del catalanismo.

 Al mismo tiempo, la independencia de Cataluña nos ha servido como principio para llegar a otros asuntos, como por ejemplo el de la identidad. Esta, obviamente, tiene diferentes significados dependiendo del pensamiento que se tenga. Por ejemplo, para conocer a alguien, un liberal preguntaría el nombre. Sin embargo, un nacionalista querría conocer de dónde es y un marxista a qué clase social pertenece cuando, al fin y al cabo, los tres pretenden saber quién es.

Centrándonos ahora en el temario de este curso, las tareas comenzaron a final de verano: comprar el libro sobre Platón de la colección Aprender a pensar. Este nos servirá como guía para estudiar su filosofía. Para familiarizarnos con los términos utilizados, tuvimos que sacar del índice los nombres propios, las obras de Platón y los conceptos empleados, ya fueran en español o en griego.

Una vez hecho eso, teníamos que adentrarnos en la materia, es decir, en el mundo griego. Había que intentar comprender por qué ellos precisamente fueron quienes llevaron a cabo tal pensamiento crítico. Es por eso que vimos las condiciones llevadas a cabo. En primer lugar, el pueblo griego no tenía libro sagrado que, a fin de cuentas, censura muchos de los aspectos sobre los que se puede tener opinión. En su lugar, ellos contaban con la Ilíada y la Odisea de Homero o la Teogonía de Hesiodo, todos ellos libros profanos. La diferencia que esto aporta no es sino la posibilidad de discusión con los autores, mientras que un libro sagrado, escrito por Dios, es indiscutible. En segundo lugar, el factor comercial fue clave en el desarrollo pues se da un gran intercambio de ideas y un plurilingüismo necesario que, a su vez, da lugar a una mayor culturización. Por último, la organización política fue algo clave. Bien si Grecia estaba organizada en polis con una autonomía propia, todas ellas tenían un rasgo cultural común que provocaba un sentimiento de unidad, la lengua griega. Gracias pues a estos tres principios, se llevó a cabo una explosión de pensamiento.  


Los griegos contaban con un espíritu de conquista del  pensamiento que les llevaba a hacerse preguntas que debían ser contestadas racionalmente, ya fuera por medio de la curiosidad, el aburrimiento o la angustia. Estas preguntas pueden dividirse en dos tipos, las relacionadas con el mundo físico y las de sociedad. En las primeras se encuentran los filósofos “presocrácticos”, teniendo como cuestiones esenciales la composición y la estructura del mundo. Para hablar sobre qué está hecho el mundo, hemos formado una selección de fútbol de filósofos que formaban sus hipótesis sobre este asunto. Bajo la portería encontramos a Tales; en la defensa, Pitágoras, Heráclito, Anaxímenes y Anaximandro; cubriendo el centro del campo, Anaxágoras, Demócrito y Parménides; y en la punta, Meliso, Leucipo y Sócrates - que revolucionará  y cambiará el asunto a cuestionar-.